La carta que no debí escribir pero lo hice igual

Nunca pude acercarme normalmente, sin desviar la mirada hacia el suelo ni sonrojarme. Siempre he sido tímida al momento de querer darte una palabra o una sonrisa. Sé que nunca en tu vida vas a leer esto, o quizás me equivoco, pero nunca pude decirte la verdad y siempre ante el resto intenté ocultar todo lo que pasó por mi cabeza.
La verdad se verá bastante estúpido esto, pero hasta escribiendo y pensando en la minima posibilidad de que llegues a leer esta carta me pone demasiado nerviosa.
Siempre te he visto como alguien inalcanzable, solamente una aventura que será conocida por todo lo que nos rodea, pero que nunca le darás la importancia que le dí yo, y aunque no haya sido desde un principio así, ya me está superando.
Definitivamente me quedé con las ganas de demostrarte que no soy la persona que tu piensas, o al menos la que demostrarte pensar frente al resto. Al principio fué bien solamente del momento, pero ya no.
Ni te imaginas todas las horas que gasté convenciendome que esto no podía pasar, y las tardes que malgastaron mis amistades en hacerme pensar lo mismo.
Quería mas que nada aclararte que yo no hago las cosas sin razón, y si tu piensas que esto fué solamente una pasada, lamentablemente yo no puedo decirte lo mismo.
Por ahora no puedo llegar en plena luz del día y decirtelo, aunque me han influenciado bastante a hacerlo, pero simplemente no puedo... o será que no quiero por miedo a tu reacción, que no será la que yo quiero... pero será la que todos me han hecho esperar.
No quiero seguir cuestionandome si alguna vez que voy a ver no se me va a revolver el estomago de nervios y lo unico que voy a querer en ese momento es desmayarme.
Si algún día lo lees, espero que reacciones, y si no lo haces, lo que me queda por decirte es un simple adiós.

Quiero poner tu nombre, pero no lo haré.
Quiero decirtelo a la cara, pero no lo haré.
Quiero terminar de escribir, y lo haré.